Federico
William M. Lithgow Ceara (1902-1977): Un legado de altruismo y multifacética
pasión
Profesor. Marcos Marte
Federico
William M. Lithgow Ceara fue más que un médico y filántropo dominicano. Nacido
en La Vega en 1902, su vida se destacó por una dedicación incansable a servir a
los demás y por una pasión multifacética que abarcaba desde la medicina hasta
la música y el alpinismo.
Desde sus
primeros años, Lithgow demostró un compromiso innato con el aprendizaje y el
servicio. Inició su carrera educativa como maestro en el Colegio San Sebastián
y la Escuela Normal, buscando recursos para poder realizar su sueño de estudiar
Medicina en Santo Domingo. En 1923, comenzó su formación médica, graduándose
como "Licenciado en Medicina" el 30 de julio de 1926, siguiendo la
costumbre de la época.
Lo que
distinguió a Lithgow en su práctica médica fue su enfoque filantrópico. A
diferencia de muchos de sus contemporáneos, su clientela estaba compuesta
principalmente por pacientes pobres. Su compromiso con el bienestar de los
menos privilegiados lo llevó a cobrar mínimas tarifas o incluso a proporcionar
medicamentos de forma gratuita. Para él, la medicina no era solo una profesión,
sino una vocación para servir y aliviar el sufrimiento humano.
Sin embargo,
su vida no se limitó al ámbito médico. Lithgow era un hombre de muchos talentos
e intereses. Practicaba el alpinismo y dejó un legado de escritos sobre el
tema, demostrando su amor por la naturaleza y la aventura. Además, era hábil en
la ejecución de varios instrumentos musicales, mostrando su pasión por el arte
y la expresión creativa.
A lo largo de
su vida, Lithgow también desempeñó roles significativos en la esfera pública y
cultural de la República Dominicana. Sirvió como regidor del Ayuntamiento
durante varios años y ocupó cargos prominentes en diversas organizaciones,
incluyendo la vicepresidencia de Amantes de la Luz y la presidencia de la
asociación cultural Pro-Arte en dos ocasiones. Además, tuvo una destacada
participación en la Asociación Médica de Santiago, ejerciendo como presidente y
secretario durante varios períodos.
El legado de
Federico William M. Lithgow Ceara trasciende su muerte en diciembre de 1977. Su
vida ejemplar continúa inspirando a las generaciones futuras, recordándonos la
importancia de la compasión, el servicio desinteresado y la búsqueda constante
del conocimiento y la excelencia en todas las áreas de la vida. En un mundo
donde la dedicación a los demás a menudo queda eclipsada por intereses
egoístas, el ejemplo de Lithgow brilla como un faro de esperanza y altruismo.
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