martes, 26 de noviembre de 2024

La Consolidación del Término "Dominicano" en Documentos Históricos

 



Por. Marcos Marte 

La Consolidación del Término "Dominicano" en Documentos Históricos

A medida que avanzó el siglo XVIII, el uso del término "dominicano" se volvió cada vez más común en documentos oficiales y religiosos. En 1738, en un novenario impreso para implorar la protección de la Virgen María, se mencionaba a los isleños como "dominicanos". Este fue el primer impreso que utilizó el gentilicio en el país, y su propósito era espiritual, destinado a unificar y consolar a la población de la época.

Otra mención importante del término ocurrió en 1763, cuando el criollo Luis José Peguero, uno de los fundadores de Baní, publicó Historia de la conquista de la isla Española de Santo Domingo. En este texto se hacía una referencia explícita a los “valientes dominicanos”, reafirmando la identidad criolla en un contexto de valentía y orgullo por su tierra. Igualmente, en 1785, el escritor Antonio Sánchez Valverde utilizó el gentilicio en su libro Idea del valor de la isla Española. En esta obra se relataba cómo los "dominicanos instruidos" destacaban en sus actividades, cimentando aún más el término.

 

El Siglo XIX y el Fortalecimiento del Gentilicio

Con la llegada del siglo XIX, el uso del término "dominicano" ya estaba ampliamente extendido y consolidado en la sociedad isleña. En 1814, el primer libro impreso en Santo Domingo, Es lógica de Andrés López de Medrano, incluyó una dedicatoria a la "juventud dominicana". Este es otro ejemplo de cómo el gentilicio se utilizaba con un sentido de pertenencia y nacionalismo que trascendía a los documentos formales.

En 1821, el Dr. José Núñez de Cáceres proclamó la independencia del pueblo dominicano en su Declaratoria de Independencia, separándose de España y creando el Estado Independiente de Haití Español. Esta fue la primera vez que el término "pueblo dominicano" se utilizó en un contexto de emancipación, buscando autonomía política y soberanía. La declaratoria incluía la frase "no más humillación, no más sometimiento al capricho y veleidad del gabinete de Madrid", reflejando la aspiración del pueblo dominicano a ser libre.

Juan Pablo Duarte y el Orgullo de Ser Dominicano

El Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, es una figura central en la historia del gentilicio. En 1829, cuando apenas tenía 16 años, un episodio significativo marcaría su compromiso con la independencia. Al viajar hacia Estados Unidos a bordo del bergantín George Washington, Duarte fue cuestionado por el capitán, quien le preguntó si no sentía vergüenza de ser "haitiano". Duarte respondió con orgullo: "Yo soy dominicano". Esta frase se considera la primera vez que Duarte manifestó públicamente su identidad nacional, una declaración de principios que definiría su vida y obra.

En 1834, otro futuro líder independentista, José María Serra, expresó su descontento con el régimen haitiano al difundir panfletos firmados como "el dominicano español". Cuatro años más tarde, en 1838, Duarte fundó la sociedad secreta La Trinitaria, cuyo objetivo era establecer una república libre e independiente, que denominarían República Dominicana. Duarte no inventó el nombre; simplemente dio forma a una república que ya tenía un pueblo definido y un nombre consolidado.

La Primera Constitución Dominicana y la Oficialización del Gentilicio

Finalmente, en 1844, la independencia de la República Dominicana se formalizó en el primer artículo de su Constitución, en el que se declaraba: "Los dominicanos se constituyen en nación libre, independiente y soberana". Este documento oficializó el término "dominicano" como el gentilicio nacional, otorgándole un carácter legal y definitivo.

Conclusión: Una Identidad Forjada a Través de los Siglos

La evolución del gentilicio "dominicano" refleja el crecimiento de un sentido de identidad, que fue surgiendo a medida que los habitantes de la isla se reconocían como un grupo unido y diferenciado. Desde los primeros documentos en 1621 hasta la independencia en 1844, el término "dominicano" pasó de ser una simple designación para convertirse en un símbolo de orgullo y resistencia, que representa la valentía y el deseo de autonomía de un pueblo.

 

 

Artículo: Los Primeros Habitantes de Nuestra Isla: Un Descubrimiento que Reescribe la Historia

 

Artículo: Los Primeros Habitantes de Nuestra Isla: Un Descubrimiento que Reescribe la Historia

Por: Marcos Marte 

Un descubrimiento reciente en el Monumento Natural Cabo, en Samaná, ha cambiado nuestra comprensión sobre el origen de los primeros habitantes de nuestra isla. Durante mucho tiempo, se pensó que estos pobladores llegaron desde Sudamérica; sin embargo, investigaciones recientes apuntan a que el punto de partida fue el sur de Belice, en Centroamérica. Este hallazgo, sustentado en análisis de ADN y restos humanos de 5500 años de antigüedad, revela nuevas conexiones con los mayas y reescribe la historia de los primeros asentamientos en las Antillas.

 

Un Nuevo Origen: De Centroamérica a las Antillas

Los restos encontrados en Samaná son los más antiguos de las Antillas, datando de hace 5500 años. El análisis de ADN realizado a estos vestigios sugiere que los primeros habitantes compartían ancestros comunes con los mayas, lo que demuestra una conexión inesperada entre Centroamérica y el Caribe. Este descubrimiento desafía la teoría previamente aceptada de que llegaron desde Sudamérica y ofrece nuevas perspectivas sobre los movimientos migratorios en la región.

 

El Viaje: Una Muestra de Avance Cultural

¿Qué motivó a estos antiguos habitantes a cruzar el mar desde el sur de Belice? Según los estudios, no se trató de personas desesperadas que llegaron por accidente, sino de grupos altamente organizados y con conocimientos avanzados. Utilizaron grandes canoas y emprendieron un viaje cuidadosamente planeado, lo que evidencia su nivel cultural, tecnológico y de organización. Este dato refuerza la idea de que estos primeros pobladores eran navegantes experimentados, capaces de explorar y adaptarse a nuevas tierras.

Nuestra Isla: Un Paraíso Descubierto hace 5500 Años

Cuando estos antiguos navegantes llegaron, encontraron en nuestra isla un verdadero paraíso. Las características del lugar debieron parecerles excepcionales:

Ausencia de animales venenosos, que ofrecía seguridad.

Temperaturas moderadas, que facilitaban la vida diaria.

Tierra fértil y agua abundante, ideales para asentamientos permanentes.

Estas condiciones hicieron de nuestra isla un lugar perfecto para establecerse y prosperar. El descubrimiento en Samaná refuerza la idea de que nuestra tierra ha sido un refugio privilegiado desde tiempos inmemoriales.

Este descubrimiento no solo nos lleva a replantear la historia de los primeros habitantes de nuestra isla, sino que también nos invita a admirar su valentía, inteligencia y capacidad organizativa. Hace 5500 años, nuestra isla ya era vista como un paraíso, un lugar donde podían empezar una nueva vida. Hoy, estos hallazgos nos conectan con ese pasado remoto y nos recuerdan la importancia de preservar nuestra historia y cultura para las futuras generaciones.

sábado, 9 de noviembre de 2024

Josefa Antonia Pérez de la Paz: La Mujer que albergó el Sueño de Independencia

 


Por. Marcos Marte 

Josefa Antonia Pérez de la Paz: La Mujer que albergó el Sueño de Independencia

Josefa Antonia Pérez de la Paz, más conocida como Doña Chipita, fue una figura fundamental en el camino hacia la independencia de la República Dominicana, aunque su nombre es poco conocido en la historia. Doña Chipita fue una mujer de gran valentía, cuya casa fue escenario de un momento decisivo para la libertad dominicana. En su hogar, el 16 de julio de 1838, se llevó a cabo una reunión que daría origen a La Trinitaria, la sociedad secreta fundada por Juan Pablo Duarte para luchar por la independencia.

La Casa en la Calle del Arquillo

En la calle del Arquillo, hoy llamada Arzobispo Nouel, frente a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen en Santo Domingo, la residencia de Doña Chipita se convirtió en el refugio de los ideales de libertad. Era un 16 de julio de 1838, a las 11 de la mañana, cuando nueve hombres se reunieron en su casa, liderados por el patriota Juan Pablo Duarte. Ahí, en un ambiente de discreción y profundo compromiso, nació La Trinitaria, la organización patriótica que lucharía por la separación del yugo haitiano y la creación de una nación independiente.

Un Acto de Valentía y Discreción

Doña Chipita no solo brindó su casa para aquel encuentro, sino que también encarnó los valores de valentía y discreción que caracterizaron a los trinitarios. Estos valores eran fundamentales, ya que en ese momento cualquier actividad separatista estaba bajo la amenaza de la represión. Ella les ofreció a estos hombres el espacio necesario para conspirar y soñar con una patria libre, consciente de los riesgos que esto implicaba. Su disposición a ayudar refleja su profundo amor por la causa y su fe en los ideales de Duarte y sus compañeros.

Vida y Familia

Doña Chipita era hija de un ganadero polaco y madre de 12 hijos. Su esposo, Antonio Piel, y ella formaban parte de la sociedad dominicana en un momento en que el país buscaba definir su identidad y luchar por su soberanía. Su hogar, testigo de aquel encuentro histórico, se mantiene en la memoria colectiva, y una lápida en el lugar actual conmemora el acontecimiento que allí tuvo lugar.

Legado y Reconocimiento Tardío

A pesar de su contribución fundamental, la figura de Doña Chipita ha sido relegada en la historia nacional. Murió en 1855, apenas once años después de la independencia dominicana y diecisiete años después de aquel decisivo 16 de julio. Su vida y su participación en el proceso de independencia representan la entrega y el sacrificio de muchas mujeres que, desde las sombras, ayudaron a construir lo que hoy es la República Dominicana.

Hoy, en Santo Domingo, una placa recuerda el acto heroico que se gestó en su casa, donde se sembraron las semillas de la independencia. La historia de Doña Chipita es un recordatorio de que la independencia no fue obra de un solo hombre o un grupo pequeño, sino que fue el resultado de una colaboración comunitaria, de la unión de quienes creían en la libertad y estaban dispuestos a arriesgarlo todo por su patria.

 

 

 

Juan Rodríguez: El Primer Inmigrante en Nueva York Fue Dominicano.

 

                                       
Por. Marcos Marte 

Juan Rodríguez: El Primer Inmigrante en Nueva York Fue Dominicano.

Pocos conocen la historia de Juan Rodríguez, un hombre de origen dominicano que fue el primer inmigrante registrado en Nueva York. En un tiempo en el que la ciudad aún no tenía nombre y solo estaba habitada por la tribu Lenape, Juan se estableció en este territorio en 1613, casi una década antes de que los colonos holandeses fundaran oficialmente Nueva Ámsterdam, la futura ciudad de Nueva York.

 

Un Viaje Desde Santo Domingo 

Juan Rodríguez llegó a la costa de lo que hoy es Manhattan en un barco holandés procedente de Santo Domingo, donde había embarcado con el objetivo de participar en el comercio de pieles. Este joven dominicano, descrito por historiadores como un mulato libre, destacaba por sus habilidades sociales y por su fluidez en varios idiomas, lo que le permitió trabajar como traductor en el barco.

  

Su personalidad, descrita como la de un "dominicano típico de la época", era la de un hombre acostumbrado a tomar decisiones y a actuar con independencia. Así, al llegar a estas tierras norteamericanas, tomó una decisión inesperada y revolucionaria: quedarse.

 

La Decisión de Quedarse en Nueva York

Cuando el barco holandés en el que había llegado a Manhattan se dispuso a regresar a Santo Domingo, Juan Rodríguez decidió quedarse. Su decisión no pasó desapercibida, pues en aquella época el lugar era inhóspito, con apenas la presencia de colonos y habitado principalmente por los nativos Lenape. Sin embargo, Juan, hábil y adaptativo, se integró rápidamente, aprovechando sus dotes como comerciante y su capacidad para interactuar con los nativos, convirtiéndose así en el primer inmigrante no indígena registrado en el área.

 

Un Símbolo de Adaptabilidad y Autonomía

Rodríguez representa el espíritu de libertad y autonomía. En una época donde la movilidad social y la independencia eran poco comunes, especialmente para personas de origen africano y mulato, él rompió con estos límites, mostrándose como una persona de carácter determinado y decidido a forjar su propio camino.

 

Reconocimiento en la Nueva York Moderna

Casi cuatro siglos después, la ciudad de Nueva York reconoció su contribución e importancia histórica. En 2012, se designó un tramo de Broadway en su honor, convirtiéndose en el único inmigrante del periodo colonial en recibir esta distinción. El “Juan Rodríguez Way” es hoy un tributo a su legado y a los primeros pasos de la inmigración latinoamericana en la ciudad.

 

La historia de Juan Rodríguez es un ejemplo de cómo la identidad dominicana ha tenido un impacto en el desarrollo de Nueva York desde sus inicios. En él se reconocen los valores de resiliencia, adaptación y libertad, mismos que siguen caracterizando a la comunidad dominicana en la Gran Manzana y en otras partes del mundo.