sábado, 9 de noviembre de 2024

Josefa Antonia Pérez de la Paz: La Mujer que albergó el Sueño de Independencia

 


Por. Marcos Marte 

Josefa Antonia Pérez de la Paz: La Mujer que albergó el Sueño de Independencia

Josefa Antonia Pérez de la Paz, más conocida como Doña Chipita, fue una figura fundamental en el camino hacia la independencia de la República Dominicana, aunque su nombre es poco conocido en la historia. Doña Chipita fue una mujer de gran valentía, cuya casa fue escenario de un momento decisivo para la libertad dominicana. En su hogar, el 16 de julio de 1838, se llevó a cabo una reunión que daría origen a La Trinitaria, la sociedad secreta fundada por Juan Pablo Duarte para luchar por la independencia.

La Casa en la Calle del Arquillo

En la calle del Arquillo, hoy llamada Arzobispo Nouel, frente a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen en Santo Domingo, la residencia de Doña Chipita se convirtió en el refugio de los ideales de libertad. Era un 16 de julio de 1838, a las 11 de la mañana, cuando nueve hombres se reunieron en su casa, liderados por el patriota Juan Pablo Duarte. Ahí, en un ambiente de discreción y profundo compromiso, nació La Trinitaria, la organización patriótica que lucharía por la separación del yugo haitiano y la creación de una nación independiente.

Un Acto de Valentía y Discreción

Doña Chipita no solo brindó su casa para aquel encuentro, sino que también encarnó los valores de valentía y discreción que caracterizaron a los trinitarios. Estos valores eran fundamentales, ya que en ese momento cualquier actividad separatista estaba bajo la amenaza de la represión. Ella les ofreció a estos hombres el espacio necesario para conspirar y soñar con una patria libre, consciente de los riesgos que esto implicaba. Su disposición a ayudar refleja su profundo amor por la causa y su fe en los ideales de Duarte y sus compañeros.

Vida y Familia

Doña Chipita era hija de un ganadero polaco y madre de 12 hijos. Su esposo, Antonio Piel, y ella formaban parte de la sociedad dominicana en un momento en que el país buscaba definir su identidad y luchar por su soberanía. Su hogar, testigo de aquel encuentro histórico, se mantiene en la memoria colectiva, y una lápida en el lugar actual conmemora el acontecimiento que allí tuvo lugar.

Legado y Reconocimiento Tardío

A pesar de su contribución fundamental, la figura de Doña Chipita ha sido relegada en la historia nacional. Murió en 1855, apenas once años después de la independencia dominicana y diecisiete años después de aquel decisivo 16 de julio. Su vida y su participación en el proceso de independencia representan la entrega y el sacrificio de muchas mujeres que, desde las sombras, ayudaron a construir lo que hoy es la República Dominicana.

Hoy, en Santo Domingo, una placa recuerda el acto heroico que se gestó en su casa, donde se sembraron las semillas de la independencia. La historia de Doña Chipita es un recordatorio de que la independencia no fue obra de un solo hombre o un grupo pequeño, sino que fue el resultado de una colaboración comunitaria, de la unión de quienes creían en la libertad y estaban dispuestos a arriesgarlo todo por su patria.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario