miércoles, 9 de agosto de 2023

 

LA MUJER QUE SE HIZO INVISIBLE

Por: Marcos Marte

Este artículo lo comencé a escribir hace un año, pero no lo sabía. Hace más o menos ese tiempo que empecé a leer y desde entonces, seguí su pista a través de otra, esa otra persona fue Hna. Leonor Fernández.

En un mundo donde la fama y el reconocimiento son muy valorados, es refrescante encontrarse con personas que priorizan sus relaciones y valores personales sobre la validación externa. Rafaela Ybarra, una mujer que vivió una vida de servicio tranquilo y entrega a su familia y la fe, es un claro ejemplo de esto. A pesar de estar casada con un hombre rico y tener acceso a lujos, se mantuvo humilde y con los pies en la tierra, creyendo que su posición no justificaba una extravagancia excesiva.

La transparencia y autenticidad de Rafaela se hacían patentes en sus conversaciones con sus seres queridos, a quienes confiaba sus más íntimos pensamientos y sentimientos. Era una mujer de gran fe y sus oraciones estaban enfocadas en convertirse en una mejor esposa, madre e hija. Su vida estuvo llena de buenas obras, que realizó en el silencio ya través de la oración. Ella era una verdadera encarnación de los valores que predicaba, y sus acciones hablaban más que sus palabras.

La estrecha relación de Rafaela con Dios fue evidente en su profundo conocimiento de Él y su fe inquebrantable. Escribió extensamente sobre su fe, y sus escritos fueron un testimonio de su conocimiento del Creador. Fundó la organización "Ángeles Custodios", cuyo objetivo era difundir la palabra de Dios y llevar alegría a la vida de las personas. Rafaela creía que la recompensa final la esperaba en el más allá, y a menudo hablaba de la inmensa alegría que le esperaba allí.

En un mundo donde las personas luchan constantemente por el éxito y el reconocimiento, la vida de Rafaela sirve como un recordatorio de que la verdadera felicidad y satisfacción provienen del interior. Su devoción por su familia, la fe y las buenas obras fue su forma de hacer una diferencia en el mundo, y lo hizo sin buscar reconocimiento o validación. Su vida es un testimonio del hecho de que la verdadera grandeza radica en el impacto que tenemos en la vida de quienes nos rodean, y no en la cantidad de elogios que recibimos

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