Escucha lo que no te digo
Profesor. Marcos Marte
No te dejes engañar por mí. No te engañe mis apariencias,
porque son solo una máscara, tal vez mil máscaras, que me da miedo quitarme,
aunque ninguna de ellas me represente.
Aparento sentirme seguro, que todo va de maravilla, tanto
dentro como fuera; aparento ser la confianza personalizada, poseer la calma
como una segunda naturaleza, controlar la situación y no necesitar de nadie.
Pero no me creas, te lo ruego. Exteriormente puede aparecer
tranquilo; sin embargo, lo que ves es una máscara. Debajo, escondido, esta mi
verdadero yo en la confusión, en el miedo, en la soledad.
Pero lo escondo. No quiero que nadie lo sepa. Me invade el pánico
ante el solo pensamiento de mostrarlo.
Por eso necesito constantemente crear una máscara que me
oculte, una imagen pretenciosa que me proteja de la mirada perspicaz.
Pero, precisamente esa mirada es mi salvación. Mi única salvación.
Y yo lo sé.
Mas, cuando viene acompañada de la aceptación, del amor,
entonces se convierte en lo único que puede librarme de mi mismo, del mecanismo
de barreras que he levantado; lo único que puede asegúrame de algo de lo que no
logro convencerme a mí mismo: de que en verdad tengo algún valor.
Pero esto no te lo digo. No tengo valor para ello. Temo que tu
mirada no venga acompañada de la aceptación, del amor. Temo, quizá, que puedas
cambiar de opinión sobre mí, que no me tomes en serio y que tu sonrisa acabe matándome.
Tengo miedo, en el fondo, de no valer nada, y de que tú te des cuenta y me
rechaces.
Entonces sigo con mi juego de pretensiones desesperados, con
apariencia de seguridad por fuera y como un niño tembloroso por dentro.
Exhibo mi desfile de máscaras, y dejo que mi vida se vuelva
una ficción. Te cuento todo lo que no cuento nada y nada de lo que de verdad es
importante, de lo que me atormenta por dentro.
Por eso, cuando descubras esta rutina, no te dejas engañar por
mis palabras; escucha bien lo que no te digo, lo que quisiera decir, lo que
necesito decir, pero no logro expresar.
A veces parece que, cuando más te acercas, tanto más me rebelo
contra tu presencia. Es algo irracional, pero es así: lucho contra lo que
necesito. ¡Así es a menudo el ser humano!
Ayúdame a derribar estas barreras con tus manos fuertes, a la
vez que delicada, porque un niño es siempre muy frágil. ¿Quién soy yo? Te
pregunta. Soy alguien a quien conoces muy bien. Soy cada persona que
encuentras. Soy tu mismo.
‘‘Nadie puede llevar una máscara durante mucho tiempo.
Las cosas fingidas siempre vuelven a su estado natural. ’’
Marcos Marte.
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