lunes, 8 de abril de 2019

VIOLENCIA Y SEGURIDAD


VIOLENCIA Y SEGURIDADp.
Profesor: Marcos Marte.

     En la geopolítica de nuestro orbe, la seguridad se ha convertido en un asunto que se superpone a la problemática ideológica, es una cuestión capaz de generar estrategias, procedimientos para sustentarse, y métodos enérgicos para controlar en los individuos el morbo que genera el estado delincuencial en la sociedad moderna, el cual se presenta como corolario de los conatos heredados de los procesos socio-políticos establecidos desde los primeros asentamientos humanos, los cuales provocaron la conformación de fuerzas represivas en condiciones de enfrentar los desmanes para garantizar la paz y el desenvolvimiento económico imprescindibles para resolver las apremiantes necesidades de los pueblos del mundo en las diferentes etapas de convivencias sufridas hasta hoy.

     Desde entonces muchos, han sido los recursos empleados por los órganos responsable de garantizarla y sin embargo en la actualidad, miles de años después, carecemos de una respuesta eficaz para conjurar la violencia y garantizar el ambiente necesario para la paz evitando la conformación de delincuentes o reformando como entes útiles a los que ya han delinquido.

     En la medida en que las sociedades se han ido desarrollando, las seguridades se encuentran acometidas por reacciones cada vez más sofisticadas, surgidas del comportamiento disidente de personas incapaces de adaptarse al orden establecido, las cuales en la modernidad han optado por asociarse para aumentar sus posibilidades de éxito delincuencial y crear campos sociales de acción y de convivencia.

     En la época en que Martusse (siglo XIX) estudio el fenómeno de la súper-población, no podía prever el inusitado auge alcanzado por  la violencia en el periodo contemporáneo, como una consecuencia del aumento desmedido de la población, aun cuando si, atinó a precaver que “la misma sociedad crearía los medios del control de su alto y acelerado crecimiento”.

     Es innegable que hoy la superoblación es un elemento de criminalidad en un mundo incapaz de satisfacer las necesidades de estabilidad y progreso de la sociedad en que nos ha correspondido coexistir y observar que la misma aumenta alarmantemente en todos las colectividades organizadas  del planeta.

     Tal vez por este inaudito resultado se sostenga hoy en los medios intelectuales que “la violencia se ha globalizado”; presentando esta observación como una justificación de las trascendencias manifiestas, de este impúdico camino de degradación social. También se observan con frecuencia, junto al desarrollo del crimen, juicios sobre los medios sofisticados que emplean para alcanzar sus metas deshonestas los enemigos de la paz pública, quienes emplean regularmente armas y técnicas modernas más poderosas, que las usadas por los agentes del orden público.
    
   
   
Sin embargo pocos aluden a las esencias reales de la cuestión, me refiero a los problemas mentales, y sociales que se derivan de las insatisfacciones individuales generada por las incapacidades de aquellos que no alcanzaron a recibir la preparación adecuada para insertarse en el sistema y la dobles que causan las frustraciones en la psiquis de esos inadaptados, por las facilidades que ofrece la cultura del ambiente en que se forman y en el cual se desenvuelven.

     Podemos observar en la prensa: Como en la intelectualidad de nuestro país se alude al elemento del desempleo como causa criminosa y a partir de ese criterio: observamos como se establece un programa particular en unas barriadas tratando de controlar la situación del flagelo universal; y como las principales autoridades judiciales se pliegan a la idea de la pobreza como causa para justificar la falta de efectividad de las soluciones jurídicas, sin tomar en cuenta que, solo la practica de la comercialización de drogas y estupefacientes generan recursos económicos suficiente para que sus ejecutores pudiesen coexistir como ciudadanos ejemplares, y sin embargo ello no resulta de ese modo, pues, el tráfico de esas sustancias es, en este momento, el principal generador de transgresiones de la ley y el peor promovedor de violencia criminal organizada en los ámbitos de la  globalización.

     Hemos de tener en cuenta una situación generada que no es el resultado de las deficiencias actuales de la educación y la carencias sociales, aludo al caso de la “violencia provocada”, la cual es planificada por sectores que persiguen fines políticos, económicos o de notoriedad pública. El más sobresaliente ejemplo en la historia lo relata el historiador griego Pericles, cuando estudia la violencia causada en Atenas por los campesinos, azuzados con ciertos fines, la cual posibilitó el ambiente de la “Guerra del Peloponesio” que dio al traste con la primera civilización democrática que la humanidad conoció en el período antiguo.

     Entonces este es el momento crítico para cuestionarnos sobre el tema y buscar una respuesta objetiva, antes de que sea tarde, a la siguiente  interrogante: ¿cuales son los factores determinantes del flagelo de la violencia que mina la seguridad ciudadana?
     
     En el primer orden encontramos la educación, este factor se comprende con alcance universal como un medio eficaz para lograr el progreso de los pueblos, el cual se encuentra hoy dinamizado a su máxima expresión con el desarrollo de los ordenadores, no obstante, todos sabemos la importancia que reviste como medio de criminalidad la carencia de ella, esta en los libros de derecho como una fuente de criminalidad junto a otras; entonces ¿porqué el número actual de delincuentes egresados aumenta? ¿Por qué tenemos letrados en las cárceles? ¿Por qué los peores crímenes lo cometen personas instruidas? La razón puede definirse diciendo que: entre otras cosas, el sistema capitalista actual presenta en las sociedades la incapacidad de llevar, por asunto de costos, la educación a todos los niveles sociales con la misma intensidad, lo cual se revierte en la oferta de un abanico de oportunidades insuficientes para permitirle a cada ciudadano una conformación ideológica provista de elementos morales resistentes y  medios de subsistencia adecuados a las necesidades de cada ser humano, lo cual genera entonces un cuadro de frustraciones que como caldo de cultivo, producen agentes anárquicos en una medida superior a la que producimos agentes policiales eficaces.


La falta de urbanidad en la instrucción y el empleo en las diferentes capas de la sociedad de una ética adecuada al desarrollo científico de la época, son elementos determinantes de la conducta moral, diáfana de los humanos.

     En segundo puesto, aparece la salud psíquica del ciudadano, una respuesta psico-social la encontramos enunciada en una teoría psíquica llamada “Teoría de las Ventanas Rotas” que consiste: “concluyendo (luego de varios experimentos)” en que: “el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.” Y más adelante explica: “Si se rompe el vidrio de una ventana en el edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás vidrios del edificio. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto no parece importarle a nadie, entonces allí se generará el delito”.[1] Obviamente el orden y la limpieza de un lugar tienen sus raíces y consecuencias en la formación de sus ciudadanos, esa formación es imperiosamente dependiente de la instrucción urbana, y ética de cada miembro del conglomerado, se obtiene en la familia que transfiere los principios en la educación medular y se fortalece en los centros de estudios. Es un factor influyente ineludiblemente, la disposición de recursos económicos que permitan el establecimiento de los procedimientos adecuados para mantener la transparencia del ambiente en que se forman y desenvuelven los individuos. Y no puede evitarse nunca el aprovisionamiento de los organismos de represión de equipos adecuados y puestos en capacidad de enfrentar la violencia tal como ella se presenta; para lo cual deben encontrarse debidamente instruidos y aptos.
    
     ¿Cómo podemos entonces alcanzar un ambiente de seguridad ciudadana adecuado a las necesidades actuales?

     En primer lugar habilitando los órganos represivos del Estado, colocándolos a la altura de las ejecutorias del crimen y de las necesidades de nuestra sociedad, con armas y métodos tecnológicos a la altura de los tiempos, orientándolos a fin de iniciar la política de saneamiento, evitando los delitos pequeños, sacando de las calles las infracciones menores, manteniendo la limpieza y el orden en todos los lugares habitados, manteniendo las normas del transito vehicular, evitando las raterías, promoviendo el respeto de la vida, y de la integridad física  y lógicamente proveyendo a la policía de los recursos tecnológicos que la época proporciona, pues, si bien ellos poseen la responsabilidad de mantener el orden y garantizar la paz, la sociedad conciente debe contribuir con los elementos de que ellos no disponen, contribuyendo acrear un ambiente de urbanidad adecuado. La policía puede así, cumplir su rol, aun cuando para ello tengan que acudir, en ocasiones, a procedimientos indeseados hasta por ellos mismos, pues, la violencia ha de ser enfrentada con la misma entereza como se presenta y con la equivalencia penal de la intensidad del daño causado, otra actitud resultaría contemplativa y motivadora.

     Imprescindible resulta, para proveer capacidades productivas a los sectores que generan elementos delincuenciales la educación de las manos con intrusión técnica, para promover individuos capaces de  producir bienes y servicios por si mismos, sin la necesidad de buscar empleos; para ello... nos faltan escuelas técnicas que enseñen oficios novedosos y diversos; y que además preparen las mentes de sus alumnos para que sean capaces de crear por si mismos pequeñas industrias, comercios y talleres en cantidades que absorban las manos desempleadas y reciban los valores morales resistentes al desorden y a las violaciones que la ética, el urbanismo y las ciencia proveen.



TEORIA DE LAS VENTANAS ROTAS.

En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Profesor Phillip Cimbrado realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle. Eran dos autos idénticos: la misma marca, modelo y hasta igual color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonado en dos barrios con poblaciones muy diferentes y con un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada uno de esos sitios.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser “canibalizado”. En pocas horas perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto...

Es muy común atribuir a la pobreza las causas del delito. Es esta atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras y progresistas (la derecha y la izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí. Cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba desecho y el de Palo Alto ya llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto... El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado en que quedó el del barrio pobre.  ¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro era capaz de genera todo un proceso  delictivo?

Aquí no se trata de pobreza. Evidentemente, era algo que tenia que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales.

Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea (imagen) de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de la ley, de  normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufra el auto sin que alguien se preocupara del mismo, reafirmaba y multiplicaba esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se volvieran incontenibles, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores, los profesores James A Wilson y George Kelling desarrollaron la “Teoría de las Ventanas Rotas”, la misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que: el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe el vidrio de una ventana en el edificio y nadie lo repara, pronto estarán roto todos los demás vidrios del edificio. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto no parece importarle a nadie, entonces allí se generará el delito.


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