VIOLENCIA Y SEGURIDADp.
Profesor:
Marcos Marte.
En
la geopolítica de nuestro orbe, la seguridad se ha convertido en un asunto que
se superpone a la problemática ideológica, es una cuestión capaz de generar
estrategias, procedimientos para sustentarse, y métodos enérgicos para
controlar en los individuos el morbo que genera el estado delincuencial en la
sociedad moderna, el cual se presenta como corolario de los conatos heredados
de los procesos socio-políticos establecidos desde los primeros asentamientos humanos,
los cuales provocaron la conformación de fuerzas represivas en condiciones de
enfrentar los desmanes para garantizar la paz y el desenvolvimiento económico
imprescindibles para resolver las apremiantes necesidades de los pueblos del
mundo en las diferentes etapas de convivencias sufridas hasta hoy.
Desde entonces muchos, han sido los
recursos empleados por los órganos responsable de garantizarla y sin embargo en
la actualidad, miles de años después, carecemos de una respuesta eficaz para
conjurar la violencia y garantizar el ambiente necesario para la paz evitando
la conformación de delincuentes o reformando como entes útiles a los que ya han
delinquido.
En la medida en que las sociedades se han
ido desarrollando, las seguridades se encuentran acometidas por reacciones cada
vez más sofisticadas, surgidas del comportamiento disidente de personas
incapaces de adaptarse al orden establecido, las cuales en la modernidad han
optado por asociarse para aumentar sus posibilidades de éxito delincuencial y
crear campos sociales de acción y de convivencia.
En la época en que Martusse
(siglo XIX) estudio el fenómeno de la súper-población, no podía prever el
inusitado auge alcanzado por la
violencia en el periodo contemporáneo, como una consecuencia del aumento
desmedido de la población, aun cuando si, atinó a precaver que “la misma
sociedad crearía los medios del control de su alto y acelerado crecimiento”.
Es innegable que hoy la
superoblación es un elemento de criminalidad en un mundo incapaz de satisfacer
las necesidades de estabilidad y progreso de la sociedad en que nos ha
correspondido coexistir y observar que la misma aumenta alarmantemente en todos
las colectividades organizadas del
planeta.
Tal vez por este inaudito
resultado se sostenga hoy en los medios intelectuales que “la violencia se ha
globalizado”; presentando esta observación como una justificación de las
trascendencias manifiestas, de este impúdico camino de degradación social.
También se observan con frecuencia, junto al desarrollo del crimen, juicios
sobre los medios sofisticados que emplean para alcanzar sus metas deshonestas
los enemigos de la paz pública, quienes emplean regularmente armas y técnicas
modernas más poderosas, que las usadas por los agentes del orden público.
Sin embargo pocos aluden a las esencias reales de la cuestión, me
refiero a los problemas mentales, y sociales que se derivan de las
insatisfacciones individuales generada por las incapacidades de aquellos que no
alcanzaron a recibir la preparación adecuada para insertarse en el sistema y la
dobles que causan las frustraciones en la psiquis de esos inadaptados, por las
facilidades que ofrece la cultura del ambiente en que se forman y en el cual se
desenvuelven.
Podemos observar en la
prensa: Como en la intelectualidad de nuestro país se alude al elemento del
desempleo como causa criminosa y a partir de ese criterio: observamos como se
establece un programa particular en unas barriadas tratando de controlar la
situación del flagelo universal; y como las principales autoridades judiciales
se pliegan a la idea de la pobreza como causa para justificar la falta de
efectividad de las soluciones jurídicas, sin tomar en cuenta que, solo la
practica de la comercialización de drogas y estupefacientes generan recursos
económicos suficiente para que sus ejecutores pudiesen coexistir como
ciudadanos ejemplares, y sin embargo ello no resulta de ese modo, pues, el
tráfico de esas sustancias es, en este momento, el principal generador de
transgresiones de la ley y el peor promovedor de violencia criminal organizada
en los ámbitos de la globalización.
Hemos de tener en cuenta una
situación generada que no es el resultado de las deficiencias actuales de la
educación y la carencias sociales, aludo al caso de la “violencia provocada”,
la cual es planificada por sectores que persiguen fines políticos, económicos o
de notoriedad pública. El más sobresaliente ejemplo en la historia lo relata el
historiador griego Pericles, cuando estudia la violencia causada en Atenas
por los campesinos, azuzados con ciertos fines, la cual posibilitó el
ambiente de la “Guerra del Peloponesio” que dio al traste con la primera
civilización democrática que la humanidad conoció en el período antiguo.
Entonces este es el momento
crítico para cuestionarnos sobre el tema y buscar una respuesta objetiva, antes
de que sea tarde, a la siguiente
interrogante: ¿cuales son los factores determinantes del flagelo de la
violencia que mina la seguridad ciudadana?
En el primer orden
encontramos la educación, este factor se comprende con
alcance universal como un medio eficaz para lograr el progreso de los pueblos,
el cual se encuentra hoy dinamizado a su máxima expresión con el desarrollo de
los ordenadores, no obstante, todos sabemos la importancia que reviste como
medio de criminalidad la carencia de ella, esta en los libros de derecho como
una fuente de criminalidad junto a otras; entonces ¿porqué el número actual de
delincuentes egresados aumenta? ¿Por qué tenemos letrados en las cárceles? ¿Por
qué los peores crímenes lo cometen personas instruidas? La razón puede
definirse diciendo que: entre otras cosas, el sistema capitalista actual
presenta en las sociedades la incapacidad de llevar, por asunto de costos, la
educación a todos los niveles sociales con la misma intensidad, lo cual se
revierte en la oferta de un abanico de oportunidades insuficientes para
permitirle a cada ciudadano una conformación ideológica provista de elementos
morales resistentes y medios de
subsistencia adecuados a las necesidades de cada ser humano, lo cual genera
entonces un cuadro de frustraciones que como caldo de cultivo, producen agentes
anárquicos en una medida superior a la que producimos agentes policiales
eficaces.
La falta de urbanidad en la instrucción y el empleo en las
diferentes capas de la sociedad de una ética adecuada al desarrollo
científico de la época, son elementos determinantes de la conducta moral,
diáfana de los humanos.
En segundo puesto, aparece la
salud psíquica del ciudadano, una respuesta psico-social la encontramos
enunciada en una teoría psíquica llamada “Teoría de las Ventanas Rotas” que
consiste: “concluyendo (luego de varios experimentos)” en que: “el delito es
mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato
son mayores.” Y más adelante explica: “Si se rompe el vidrio de una ventana en
el edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás vidrios del
edificio. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto no parece
importarle a nadie, entonces allí se generará el delito”.[1]
Obviamente el orden y la limpieza de un lugar tienen sus raíces y consecuencias
en la formación de sus ciudadanos, esa formación es imperiosamente dependiente
de la instrucción urbana, y ética de cada miembro del conglomerado, se obtiene
en la familia que transfiere los principios en la educación medular y se
fortalece en los centros de estudios. Es un factor influyente ineludiblemente,
la disposición de recursos económicos que permitan el establecimiento de los
procedimientos adecuados para mantener la transparencia del ambiente en que se
forman y desenvuelven los individuos. Y no puede evitarse nunca el
aprovisionamiento de los organismos de represión de equipos adecuados y puestos
en capacidad de enfrentar la violencia tal como ella se presenta; para lo cual
deben encontrarse debidamente instruidos y aptos.
¿Cómo podemos entonces
alcanzar un ambiente de seguridad ciudadana adecuado a las necesidades
actuales?
En primer lugar habilitando
los órganos represivos del Estado, colocándolos a la altura de las ejecutorias
del crimen y de las necesidades de nuestra sociedad, con armas y métodos
tecnológicos a la altura de los tiempos, orientándolos a fin de iniciar la política
de saneamiento, evitando los delitos pequeños, sacando de las
calles las infracciones menores, manteniendo la limpieza y el orden en todos
los lugares habitados, manteniendo las normas del transito vehicular, evitando
las raterías, promoviendo el respeto de la vida, y de la integridad física y lógicamente proveyendo a la policía de los
recursos tecnológicos que la época proporciona, pues, si bien ellos poseen la
responsabilidad de mantener el orden y garantizar la paz, la sociedad conciente
debe contribuir con los elementos de que ellos no disponen, contribuyendo
acrear un ambiente de urbanidad adecuado. La policía puede así, cumplir su rol,
aun cuando para ello tengan que acudir, en ocasiones, a procedimientos
indeseados hasta por ellos mismos, pues, la violencia ha de ser enfrentada con
la misma entereza como se presenta y con la equivalencia penal de la intensidad
del daño causado, otra actitud resultaría contemplativa y motivadora.
Imprescindible resulta, para
proveer capacidades productivas a los sectores que generan elementos
delincuenciales la educación de las manos con intrusión técnica, para promover
individuos capaces de producir bienes y
servicios por si mismos, sin la necesidad de buscar empleos; para ello... nos
faltan escuelas técnicas que enseñen oficios novedosos y diversos; y que
además preparen las mentes de sus alumnos para que sean capaces de crear por si
mismos pequeñas industrias, comercios y talleres en cantidades que absorban las
manos desempleadas y reciban los valores morales resistentes al desorden y a
las violaciones que la ética, el urbanismo y las ciencia proveen.
TEORIA DE
LAS VENTANAS ROTAS.
En 1969, en la
Universidad de Stanford (EEUU), el Profesor Phillip Cimbrado
realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la
calle. Eran dos autos idénticos: la misma marca, modelo y hasta igual color.
Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva
York y otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos
idénticos abandonado en dos barrios con poblaciones muy diferentes y con un
equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la
gente en cada uno de esos sitios.
Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser “canibalizado”.
En pocas horas perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, etc. Todo
lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. En cambio el auto
abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto...
Es muy común atribuir a la pobreza las causas del delito. Es esta
atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras y
progresistas (la derecha y la izquierda). Sin embargo, el experimento en
cuestión no finalizó ahí. Cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba desecho
y el de Palo Alto ya llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron
un vidrio del automóvil de Palo Alto... El resultado fue que se desató el mismo
proceso que en el Bronx y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el
vehículo al mismo estado en que quedó el del barrio pobre. ¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado
en un vecindario supuestamente seguro era capaz de genera todo un proceso delictivo?
Aquí no se trata de pobreza. Evidentemente, era algo que tenia que ver
con la psicología humana y con las relaciones sociales.
Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea (imagen) de
deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de
convivencia, como de ausencia de la ley, de
normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufra el
auto sin que alguien se preocupara del mismo, reafirmaba y multiplicaba esa
idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se volvieran
incontenibles, desembocando en una violencia irracional.
En experimentos posteriores, los profesores James A Wilson y George
Kelling desarrollaron la “Teoría de las Ventanas Rotas”, la misma que desde un
punto de vista criminológico, concluye que: el delito es mayor en las zonas
donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
Si se rompe el vidrio de una ventana en el edificio y nadie lo repara,
pronto estarán roto todos los demás vidrios del edificio. Si una comunidad
exhibe signos de deterioro y esto no parece importarle a nadie, entonces allí
se generará el delito.
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