IMÁGENES DEL CARNAVAL
VEGANO.
Profesor. Marcos Marte
Vista retrospectiva.
Es de conocimiento histórico el proceso
sufrido por el pueblo español por la ocupación árabe de sus territorios por un
periodo de siete siglos y que culminó con la retirada de los últimos califas radicado
en la isla de Malta, quien entrego su sable de rendición a la Reina Isabel la
Católica.
Para recordar los sufrimientos y celebrar
sus victorias habitualmente se organiza esta odisea del pueblo español con la
celebración de festividades que se recrean desde entonces en la ciudad de
Andalucía, a la que había llegado esta conmemoración de la tradición de la
ciudad de Laén, la misma representaba las luchas entre nobles y caballeros,
agrupados en dos bandos personificando a los moros y los cristianos, simbolizando
en ellas el bien y el mal.
El descubrimiento de América ocurre en
1492, los evangelizadores españoles llegados a estas tierras, nos legan de su
cultura colonial, como tantas otras manifestaciones, la celebración de estas
representaciones de luchas festivas andaluzas entre moros y cristianos que, hoy
con sus lógicas transformaciones han pasado a formar parte de nuestra cultura
popular destacándose en la expresión social del “Carnaval” celebrado en todo el
territorio nacional y del cual se destaca El Carnaval Vegano, junto a otros
como Los Cachuas de Cabral, Los Lechones de Santiago, y Los Toros de
Montecristi manifestaciones convertida en tradición, heredada de aquel carnaval
distante.
En 1514, la cultura colonial transmitía a
la nuestra las primigenias correrías que se celebraban a caballos, varios
hidalgos vestidos generalmente de negro con sus galachas y enmascarados de
antifaz, paseaban recorriendo el centro de la ciudadela de La Villa de La Vega,
así se forjó la tradición de la cultura popular que abría de formar parte de
nuestra identidad como nación, el clérigo Álvaro Castro, quien ocupo el cargo
de Deán de la Catedral de La Vega cuenta del modo siguiente el desarrollo del
evento: “se veía muchas
Veces cabalgando y aun ir a correr con los
otros caballeros, a tomar los unos apellidos de moros, y a los otros de
cristianos, y escaramuzar el, en parte con otros caballeros, y andar tan
regocijados como si fuera seglar”*
La Villa de La Vega, adquirió gran
importancia en los tiempos de la colonia por el acuñamiento de monedas de oro,
la calidad de sus tierras para producir granos y otros rubros, como la
producción de caña de azúcar, las hidalgas familias que la habitaban y la
hermosura de sus paisajes.
En la época en que Don Diego Colón arribo
a la isla para asumir su Virreinato, se alojo en la Villa de La Vega mientras
le construían El Alcázar en Santo Domingo, durante este periodo se celebraron
fiestas en las que no faltaban ninguna de las originalidades de las famosas
fiestas de Castilla, en España; el vino y los bailes junto a las fiesta de
carnatolendas formaron parte de la cotidianía de esa estadía del virrey por
estos predios.
Que se tenga noticia cierta: el Carnaval
sufrió altibajos en el transcurso de varios milenios, hasta que en el siglo XX
un jornalero que era cojo o cojeaba como parte de su histrionismo carnavalesco,
se disfrazo con una careta hecha de papel, y traje de amarillo y colorado, y
vejiga en manos se lanzo por las calles cojeando, tratando de atemorizar los
infantes que corrían despavoridos antes que el diablo los alcanzara, así nació
la tradición del género del carnaval moderno.
El Carnaval contemporáneo.
El “Carnaval Vegano” atrae con su magia de
colores y entusiasmos al publico dominicano que, fascinado por los sortilegios de la
festividad, acude cada domingo de febrero al deleite de sugestivos encantos que
brotan de su organización en grupos de diablos cojuelos, mismos que han
sustituido las afamadas comparsas que desde principios del siglo XX
entusiasmaron las multitudes; se exhiben en la celebración: la diversidad del
colorido de sus preciosos disfraces, los que se confeccionan ornados con
cascabeles y acompañados de sus vejigas, los diablos danzan provocando el
pánico de los niños que temen ser tocados con las vejigas; sus caretas:
mefistofélicas, o dragonianas modificadas por el ingenio del caretero popular
que imprime en ellas matices, protuberancias y
ondulaciones sugestivas, concretando así: efigies iconográficas monstruosas,
verdaderamente impresionantes y fascinantes, manifestándose paradójicamente lo
bello de lo feo; Son estos detalles, que los distinguen de otros carnavales del
país; con estos encantos, sale de su cueva el enmascarado, protagonista del
evento, vejiga en manos a divertir al visitante, dando saltos al sonar de sus
cascabeles, y la música de las cuevas, provocando la algarabía de la muchachada
y de los visitantes que los ovacionan.
Participan además de los diablos en la
festividad diversos personajes satíricos como: el hombre sin cabeza, la bicicleta
de dos pisos, el personaje de Fidel Castro, el que representa a Balaguer, el
hombre del muñeco, y otros que constituyen las reminiscencias de aquellos
personajes que otrora arrastraban multitudes de niños recorriendo las calles de
la ciudad tras comediantes como: El “Roba la gallina” que transitaba cantando
un estribillo coreado por los mozalbetes que les seguían y decía así;
“Roba la gallina,
palo con ella”,
Tum, tum
molondrón,
Muchachos que
quieren, galletitas”,
Y repetía: “Roba
la gallina, palo con ella...”
Al tiempo que lanzaba al aire galletitas
de leche que capturaban los seguidores con osadía, de esas galletitas que se
usan en “las habichuelas con dulce”. A estos se unían las comparsas de indios
que escenificaban combates en las calles entre aborígenes y españoles, con
frecuencia aparecía un enmascarado y la multitud pasaba a corear:
“amarillo y
colorao, ese diablo ta` cuajao,
Date la vuelta mal
tallao”,
Motivando con el final del estribillo al
enmascarado para que los persiguiera; miles de personas de todos los lugares
del país acuden los domingos de febrero junto al pueblo vegano a disfrutar del
espectáculo de colores y sonrisas junto a grupos diversos de diablos como: “los
Broncos”, “las Fieras”, los “Panitas”,
los “Rebeldes”, los “Cavernarios”, “los Magollos”, “los Chiuas”, “los
Insólitos”, “los Invasores, y otras decenas de grupos que participan
alegremente, quienes junto al pueblo conquistan el corazón de los asistentes,
volcando sus emociones pletoritas de jubilo, en el más excitante de los eventos
festivos de nuestro hermoso país.
El mágico evento.
El carnaval se celebra en la Vega de hoy,
en el espacio comprendido entre las Av.
Monseñor Panal y la Manlio Bobadilla, esto es: desde el parquecito de
Las Flores hasta El Estadio de Base Ball y la Fortaleza, comprendiendo las Av.
Profesor Juan Bosch y la Padre Adolfo que desde la Comandante Jiménez Moya
recibe el nombre de Av. José Horacio Rodríguez. En este trayecto se instalan
las cuevas de los grupos de diablos, en casi todas las intersecciones de las
calles paralelas que cruzan las avenidas antes nombradas. Las cuevas son un
aporte de la modernidad al desarrollo del Carnaval Vegano que manifiesta el
ingenio popular para facilitar el desarrollo de la fiesta.
Origen del Carnaval Moderno.
Estas celebraciones se iniciaron “en 1906,
cuando un grupo de 40 diablos cojuelos del Club Juventud que se desempeño
frente al parque Duarte, recorrieron las
calles céntricas de la ciudad”*.
En el mismo año “salió el primer grupo
carnavalesco organizado, y dirigido por el Ing. Alfredo Scariona, de la
Sociedad del Acero de Villa Rosa”* Las
comparsas complementan las festividades deambulan por toda la ciudad llevando
alegría a todos los rincones junto a los “macaraos” o Diablos cojuelos
ambulatorios quienes visitan las barriadas al ritmo de las vejigas y los
cascabeles.
A partir de entonces el carnaval adquieres
en cada nueva celebración nuevos elementos y caracteres que le imprimen mayor
vistosidad y atractivos. Así, aumentan los grupos cada año, los disfraces son
diferentes en cada celebración, cambian los colores y las caretas de cada grupo
Las cuevas inician – partiendo del casco
de la ciudad – con la de las “Fieras” y se extienden hasta el Contri Club donde
se establecen varios grupos y empresas privadas. Este año – 2006 – las fieras
copiaron en su cueva la fachada del Casino Central y del edificio del Cuerpo de
Bomberos, Los rebeldes montaron una estructura enorme sobre dos viviendas y La
Gobernación, y Ucave construyeron palcos en el parque de las Palmas formando el
Diablodromo con una pasarela por donde desfilan todos los grupos, comparsas y
personajes para exhibirse al público. Algunas empresas comerciales participan
de modo significativo construyendo sus propios palcos, extendiendo las pasarelas
hermoseando los lugares o financiando cuevas de grupos de diablos cojuelos.
La variedad y colorido de los disfraces es
tradicional, sus costos alcanzan hoy inversiones considerables; las caretas
solían ser mefistofélicas, retratos de fieras como la pantera y el leopardo;
las habían de carabelas humanas y hasta fantasmagóricas, hoy abundan las que
representan a un Satanás grotesco, fiero; adornado con los accesorios que
aporta la evolución de los carnavales internacionales, los que junto al ingenio
del caretero se convierten en verdaderas obras de arte popular, otorgándoles
significado y valores al vistoso disfraz del “Diablo Cojuelo Vegano”.
* Yanio
Concepción. Opúsculo, Historia del Carnaval Vegano. Pág. 3.-
* Obra
citada. Pág.5.-
* Ibidem.
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